(la segunda parte de este artículo sobre marketing viral que escribí para Rosario Express)

“Tenemos que pasar de la etapa de ayudar al muchacho que hace películas de bajo costo a la etapa de hacer buenos negocios con buenas películas. Así funciona la industria del espectáculo (…)”, escribió hace poco Raúl Bertone, ex Secretario de Cultura de Santa Fe y fundador de la Escuela de Cine de Rosario, hablando de la cinematografía local.

Según Bertone, el cine rosarino contemporáneo (que él situa entre 1991 y 2007), pasó por dos etapas. A la primera (1991-2003) la llama preindustrial, ya que el objetivo principal fue la realización de las películas y no el negocio de la producción y comercialización. La segunda etapa finaliza en 2007 con el estreno de seis películas producidas en los seis años anteriores. Ese fue un año pico, que concentró más del 50% de la producción cinematográfica contemporánea.

Este éxito indudable de producción, sumado al escaso éxito comercial, es lo que hizo a Bertone escribir la frase citada. En efecto, de las seis películas estrenadas en 2007, cinco no alcanzaron los 10.000 espectadores, cifra lejana de lo que podría considerarse negocio.

Si el cine rosarino pasó su etapa preindustrial y entró a una etapa de “industria naciente”, que se concluyó con éxito, es razonable pensar que lo que debería traer el futuro, si queremos seguir avanzando, es un salto comercial de proporciones.

El asunto es: ¿cómo financiarlo? En la industria del espectáculo tradicional “a la Hollywood”, el gasto en promoción y publicidad es tan importante como el gasto de producción. Lamentablemente, la realidad es que la inversión de producción de las películas nacionales es sustentada por el INCAA, que no reconoce como gastos de producción a la inversión en publicidad y lanzamiento y sólo otorga un subsidio en este rubro.

El desafío entonces es cómo lograr promoción cuando no se dispone de grandes presupuestos. Y ahí vuelve el caso de The Blair Witch, el marketing viral e Internet.

El punto no es el contenido o el tipo de película. Nadie propone (al menos yo no), que el cine de los directores locales deba orientarse al terror o la autoayuda, o cualquier otro género que se suponga taquillero. El punto es usar las herramientas de bajo costo que esas empresas y equipos han sabido aprovechar para promover sus productos y cocinar grandes éxitos internacionales, con presupuestos de producción independiente.

En pocas palabras: la astucia comercial e Internet son las herramientas disponibles para vender cultura cuando no se es parte del establishment.

Una limitación financiera no tiene porqué impedir que nuestra industria cultural siga creciendo. Porque, después de todo, ¿queremos vender cultura, no?


El blog de Eduardo Remolins - Ideas, recursos y un punto de vista distinto sobre los negocios